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miércoles, 26 de enero de 2011

postheadericon Sabiduría personal



Todos estamos aprendiendo y tenerlo presente nos ahorraría mucho sufrimiento. Pero, al mismo tiempo, todos sabemos ya algunas cosas, hemos llegado a unas cuantas certezas personales de las que nos valemos en la vida. Cada cual tiene las suyas.


Lo que vivimos y cómo lo vivimos nos va convirtiendo en sabios secretos, y ese saber que vagamente intuimos o que ni siquiera sospechamos, constituye nuestro mejor capital para seguir encaminándonos hacia donde creemos que podemos sentirnos mejor. Es nuestro guía interior, al que vamos descubriendo a través de emociones, palabras sueños, experiencias.


Lo que uno logra conocer sobre sí mismo, la vida y la condición humana, ese acervo íntimo adquirido a fuerza de observar y comprender, pasa a formar parte de su propia sustancia. De ahí el dicho africano de que cuando muero un anciano, arde una biblioteca.


A veces se nos regala descubrir destellos de sabiduría en las personas a las que, sin mucho acierto, llamamos "normales" y "corrientes", cuya escuela ha sido sobre todo su propia trayectoria vital. Sin mucho artificio, sin pretenderse maestros, filósofos ni gurús espirituales, o sin ni siquiera ser conscientes de lo sugestivo de su ejemplo, nos puede transmitir en el momento oportuno frases inspiradoras, intuiciones afinadas y actitudes destiladas por los años que iluminan nuestros dilemas y dificultades más vivos con la contundencia de lo simple y lo obvio. Porque a menudo desvelan lo que no recordamos que ya sabemos.
En otras ocasiones es una pérdida, una enfermedad grave o, por qué no, un acontecimiento feliz el que nos lleva a aplicar una receta certera para afrontar la complejidad de la vida: saber apreciar lo que se tiene, mantener relaciones profundas, procurar cumplir los deseos, comprender ciertas cuestiones morales, ser libre...


Deberíamos prestar más atención a ese saber propio. Respetarnos y comprometernos más con aquello en lo que creemos de forma clara y segura. Todas las respuestas ya están en nosotros y a veces lo difícil es hacerse las preguntas adecuadas.

Texto extraído de la revista Cuerpomente y firmado por Yvette Moya-Angeler.

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